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En Latinoamérica se estima que existen 522 tribus indígenas que se distribuyen en los territorios del Amazonas, ;Chaco Ampliado, Orinoquia, los Andes, Caribe Continental y casi por completo en la región de Centroamérica. Las poblaciones con mayor número de habitantes son Quechua, Nahua, Aymara, Maya yucateco y Ki’che’.
El caso de Ecuador es particular por la desigualdad que existen entre reportes oficiales y las cifras estimadas por otras organizaciones. Según el censo del 2001, aproximadamente 582.542 expresan hablar la lengua Quechua pero alrededor de 834.418 ciudadanos se identifican de raza indígena. Esto significa que la población indígena constituye en torno al 4 y 6% de la población total, no obstante la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) asegura que más del 30% de la población ecuatoriana es indígena. Asimismo se calcula que existen 12 distintos lenguajes indígenas dentro del país. En definitiva, aunque no hay una cifra exacta, es posible afirmar que una parte considerable de la población se comunican, sienten y viven su vida bajo parámetros desconocidos por el resto de las personas.
La diversidad cultural no siempre es visible para algunos pero poco a poco la sociedad se ha ido sensibilizando hacia los sectores más marginados hasta el punto de reconocer el impacto que tiene el acervo cultural de los pueblos autóctonos en nuestras propias costumbres. Actualmente, la película Roma del director mexicano Alfonso Cuarón es un claro ejemplo del proceso de concientización que está ocurriendo en el público latino. La aclamada película que cuenta con 10 nominaciones a los premios Oscars, evidencia la realidad de muchos indígenas; obligados a hablar en español para sobrevivir en el mundo urbano pero en la intimidad se comunican en su lengua nativa.
Esta dualidad bajo la cual se desenvuelve el indígena moderno genera desafíos importantes en la materia de aprendizaje y lingüística.
Por un lado, a pesar de emplear el español en ciertos contextos, es una lengua que no se les es familiar y su evolución está conectada con una manera de percibir la vida cotidiana ajena a la experiencia de las comunidades indígenas, la cual está estrechamente basada en la vida en el campo y el desarrollo de la agricultura como actividad económica.
En este sentido, el trabajo del intérprete o traductor es fundamental, no sólo para servir de vehículo entre el mundo exterior y las etnias indígenas, sino también para mantenerlas vivas y adaptarlas a los nuevos conocimientos y problemas que conlleva la era digital. Entre los principales desafíos que se debe enfrentar la traducción de las lenguas indígenas se presentan:
En el caso del Kichwa, aunque muchos ciudadanos en Ecuador manifiestan manejar el idioma, existen pocos libros, glosarios, diccionarios, etc; que esclarezca el tema.
Hace unos años expertos en esta materia, como lingüistas y líderes de las comunidades trabajaron para la unificación de su alfabeto, lo que facilita su enseñanza y posterior traducción al castellano. Por otro lado, las diferencias dialécticas poco se encuentran registradas por ejemplo el kichwa que se habla en el territorio ecuatoriano, es una derivación de la lengua quechua y se diferencia en que no contempla en su alfabeto las letras e- y o-.
Igualmente, tampoco se tiene mucho conocimiento de los cambios que han experimentado la lengua en estos años. No se sabe que tanto ha variado el quichua que ha sobrevivido en la contemporaneidad al quechua imperial (el que hablaban los incas).
En este aspecto, la tarea del traductor también es investigativa dado que requiere realizar una búsqueda exhaustiva sobre la información disponible.
En muchos casos, la alternativa que le queda al traductor, es dirigirse directamente a las comunidades indígenas o encontrar la manera de contactar a voceros de estas tribus que tengan alguna presencia online o pertenezcan a grupos de difusión del idioma. En este caso, el traductor tendrá que contrastar las diferentes fuentes que ha recopilado para alcanzar una traducción estándar del dialecto.
La variante del quechua que se utiliza en Ecuador, especialmente en la Sierra, está muy influenciado por el español (chapushka), por un lado por una parte de las comunidades lo consideran correcto pero la estructura gramatical que se enseña en instancias académicas se basan en la lengua más “pura” sin ninguno de los morfismos que se han añadido con el tiempo. Esto resulta en un conflicto para el traductor en el momento de llevar a cabo su tarea.